Uno, con gestos airados, entra en el despacho de otro que manda mucho.
-Hombre, ¿qué te trae por aquí? Traes mala cara.
-Verás, tengo que pedirte un favor urgente.
-Claro, lo que haga falta. Dime...
-Resulta que compré 400 millones de mascarillas pero como la gente se ha enterado que no protegen del virus, me está costando darles salida.
-¡Yo te lo arreglo, no padezcas! Mira, ordenaré que sea obligatorio llevarlas.
-Eso sería genial pero... si no lo fueron cuando la cosa estaba peor, ¿no nos lincharán si les obligamos a comprarlas ahora?
-¡Qué cosas dices...! No seas exagerado. ¡Si los tengo aplaudiendo a diario! Esos tragan con todo.
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Uno, totalmente asustado, entra en el despacho de otro que manda mucho.
-¡Señor, traigo el informe de los espías! Y quizá sea el momento de huir del país...
-¡Ay, siempre tan exagerado! No será para tanto.
-Tenemos al pueblo totalmente en contra, con manifestaciones cada vez más frecuentes. ¡La situación es explosiva!
-Infórmame. ¿Los manifestantes van en silencio o dando gritos y con megáfonos?
-Dando gritos sin parar y con megáfonos.
-Eso me gusta. Los peligrosos son los silenciosos. ¿Hay hombres que llevan a sus hijos a hombros o acuden con sus perros?
-Sí, señor.
-¿Y hay mujeres contoneando sus caderas mientras aporrean tambores?
-Pues... sí, señor. Así es.
-Esto pinta cada vez mejor. Y después de manifestarse, ¿se van a las terrazas o al fútbol?
-Sí, sí, exacto.
-¿Se han manifestado ante mi palacete?
-No, señor, solo molestan con sus algarabías a sus propios vecinos.
-Pues no hay que preocuparse, entonces. Dígale al ministro de tal y tal que se abran otros 10.000 bares. ¡No hay que dejarles pensar!
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Uno, cargado de papeles, entra en el despacho de otro que manda mucho.
-Señor, ya he reunido la información que me pidió sobre los fallecidos por el virus. Los organismos internacionales y los medios nos reclaman sin cesar que informemos sobre las cifras.
-¿Y cómo quedamos con respecto a los demás?
-¿Francamente, señor? Bastante mal. De los peores. Tendremos que asumir las consecuencias.
-¡Ni hablar! A ver, ¿tantos son?
-Sí, señor, son más de "tal y tal"...
-¡Diablos! Pues no podemos dar esa cifra. Recortaremos por algún lado...
-Pero en cuanto comparen con la realidad, tendremos que motivar la rebaja, señor.
-No contaremos como fallecidos por el virus a los que murieron en sus casas cuando les dijimos que se quedaran en ellas al enfermar.
-Ok. Pero siguen siendo muchísimos.
-Tampoco contaremos a los que murieron en residencias de ancianos y centros similares.
-Restados. Seguimos dentro de los países peores.
-Quita también a los que murieron en hospitales pero tenían otras dolencias.
-Buena idea, señor. Prácticamente, son la mayoría.
-Ahora resta los que murieron el primer mes de la pandemia y a los que murieron en las últimas 4 semanas. ¿Cómo va?
-Nos vamos acercando a la media del resto, señor.
-Y por si acaso, quita también las muertes que se nos hayan notificado con más de 5 horas de retraso.
-¡Ahora sí! Estamos entre los mejores. Va a quedar muy descarado pero igual tragan...
-¡Hala, otro asunto resuelto!
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Tras una reunión de líderes de varios países, dos de los más poderosos cambian impresiones mientras disfrutan de los más lujosos placeres:
-Nos has dejado a todos boquiabiertos con el escaso número de contagiados que has dado en la reunión. ¿Cómo habéis conseguido semejante control de la epidemia?
-¿Control? Ninguno. Simplemente hemos mentido más que los demás al declarar las cifras. En realidad tenemos más contagiados que el resto de países juntos.
-Jajaja... ¡Ya me extrañaba que los ingresos en las unidades de cuidado intensivo fueran de cero casos!
-Pues mira, ese dato era el único cierto de todos los que solté.
-Pero... ¿cómo puede ser que tengáis tantos contagiados y que ninguno esté en las unidades de cuidados intensivos?
-Fácil. Ordené que no se ingresara a ninguno de ellos.
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En un despacho lujosamente decorado y a salvo de altas temperaturas merced a su potente aire acondicionado, varios políticos de distintos partidos, disfrutan de uno de sus numerosos ratos de ocio, sin que nada ni nadie les moleste alrededor, mientras degustan caros licores y algunos manjares culinarios.
-¡Es sorprendente que la población haya estado dos meses preocupada por algo tan trivial como votar...en pleno verano!-comenta uno de ellos.
-Sí, son como críos. ¡Tan fáciles de manipular! Y además, alteran sus vidas y sus vacaciones para poder votar, en persona y por correo. ¡Como si importara lo que vayan a hacer!
-Ellos pierden siempre y nosotros ganamos jaja.
-Eso demuestra una vez más, caballeros, lo domesticados que los tenemos. ¿No es maravilloso? ¡Otro brindis!
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Uno, con cara de evidente enfado, entra en el despacho de otro que manda mucho.
-¡Estoy que echo chispas! ¡Tienes que hacer algo ya de inmediato!
-¿Otra vez por aquí? ¡Pero si os he beneficiado todo lo que he podido y más! ¡Ahora ya cobráis tantos gastos y comisiones a vuestros clientes que prácticamente se quedan sin dinero! Y ordené por ley que es obligatorio disponer de cuenta bancaria, para que nadie se libre de vuestros rob... digo, de vuestros gastos.
-Sí, sí, eso está claro. ¡Pero queremos saborear todavía más el poder! Necesitamos sentir que todo ese dinero de los demás es prácticamente nuestro.
-¿Y qué se te ha ocurrido ahora? Pide y se te dará...
-¡Algo genial! Queremos que el dinero sea algo virtual, que no exista físicamente. ¡Así siempre lo tendremos nosotros en nuestros bancos! Las personas ya no podrán sacarlo de nuestros bolsillos. ¿Cómo guardarían números en sus casas? jajaja. Además, así controlaremos mejor todo lo que hacen, hasta el mínimo detalle. Es casi como ser un dios, ¿no te parece?
-¡Vaya! Realmente sois más perversos que nosotros. Enseguida llamo a tal y tal y lo hacemos, no te preocupes.
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Uno, cargado de informes y estadísticas, entra en el despacho de otro que manda mucho.
-¿Tienes ya listas las cifras que te encargué?
-Sí, señor, todos los informes y estadísticas del último año sobre personas pobres y solicitantes de ayudas.
-¡Bien! Tengo un serio problema de credibilidad en la calle, por lo visto. ¡Esos bastardos desagradecidos! Y los asesores aseguran que la intención de voto está bajando en picado. Dicen que no se refleja que somos de izquierdas, que nada nos diferencia de la derecha. Necesito convertirme en el salvador de los necesitados, así que anunciaremos una importante ayuda económica para todos.
-Señor, me temo que no nos queda suficiente dinero disponible después de cubrir todos nuestros intereses.
-¡Oh, descuida! Eso de "todos" es solo para el anuncio en los medios. Lógicamente no informaremos sobre los numerosos requisitos que exigiremos para cobrar esa ayuda económica tan vistosa y suculenta. La gente solo se fija en el titular llamativo.
-Aún así, señor, el número de necesitados es tan alto que muchos accederán a esa ayuda.
-¡Para eso estoy yo aquí, para pensar lo que tú no puedes! ¿Quién sustenta a los pobres, a los necesitados, quién los cobija? ¡sus familiares! Así que el primer requisito será que tendremos en cuenta los ingresos de los familiares a la hora de decidir si conceder o no la ayuda.
-¡Cielo santo! Eso excluye casi inmediatamente al 99'9 % de los posibles perceptores. ¡Es usted un genio! Maquiavélico, pero un genio.
